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Tuesday, Junio 24, 2025
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EmpresasArgentina31 de Octubre

La botadura de un nuevo pesquero en el Astillero Contessi y una radiografía de la realidad

Domingo Contessi, titular del grupo empresarial, describió lo que ocurre en el sector. Habló de la macroeconomía que afecta a las empresas y el atraso cambiario. Rescató lo positivo de poder seguir produciendo pero formuló una importante crítica a las políticas públicas que erosionan la solidez de las empresas industriales y productivas.

 

Este fin de semana, el Astillero Contessi tuvo la importante tarea de llevar adelante la botadura de otro buque construido en nuestra ciudad, que pasará a desempeñarse en la flota pesquera nacional.

Durante el acto, al que acudieron representantes del sector institucional de Mar del Plata y funcionarios nacionales, provinciales y municipales, el presidente del grupo, Domingo Contessi, transmitió la sensación actual del sector.

La botadura del pesquero José Luciano fue la 142 en la trayectoria del astillero fundado por Federico Contessi y hoy continuado por sus hijos. Además, se trató de la cuarta durante el corriente año y la quinta en los últimos 12 meses, contando desde octubre del 2021.

"Si de las 24 botaduras de barcos pesqueros registradas en los últimos 5 años por la Industria Naval Argentina, 17 corresponden a este Astillero, es porque clientes como la familia Ramaci nos siguen eligiendo y eso es un orgullo y una gran responsabilidad que no podemos más que agradecer", señaló Domingo Contessi durante el acto.

Más tarde, el presidente del astillero recordó el inicio de la relación entre los Contessi y los Ramaci: "que coincidencia que nuestra historia con la familia Ramaci haya comenzado con una necesidad de financiamiento. En aquellos tiempos el BANADE otorgaría los últimos créditos para la construcción de buques pesqueros y luego vendría un período de más de 30 años sin financiamiento bancario para la Industria Naval Argentina. No existe en el mundo Industria Naval sin financiamiento y así fue como nuestro sector comenzó lentamente a desaparecer, los que subsistimos construyendo y financiando buques fuimos casos aislados que no se pueden analizar desde una lógica empresarial". Y agregó que "recién en el 2019 de la mano del BICE se volvieron a dar créditos parciales para la renovación de la flota pesquera y ahora estamos frente al primer buque construido con la ayuda financiera del Banco de la Nación Argentina. Sin dudas este es otro hito que se enmarca dentro de las muy buenas noticias".

 

Preocupación sectorial

"Si miro para atrás -dijo Contessi-, veo que hace un par de años teníamos una empresa sólida y solvente. Con poco trabajo, pero con reservas en moneda extranjera que nos permitían afrontar alguna contingencia. Esas reservas tuvieron que ser utilizadas para pagar importaciones por la normativa del BCRA, pero no nos preocupamos porque con esos materiales nos asegurábamos la continuidad laboral y  pensamos que mantendríamos el capital transformándolo en cuentas a cobrar.  Cotizamos la venta de buques con márgenes de rentabilidad internacionales porque queríamos ser competitivos y logramos cerrar así el contrato más grande de la industria naval privada. Las ayudas del gobierno como el PRODEPRO nos invitaron a seguir invirtiendo, hicimos una primera ampliación de nuestra nave industrial, duplicamos el personal y recientemente comenzamos una segunda inversión aún más ambiciosa para construir buques de mayor tamaño, cuyos cimientos pueden apreciar en el terreno lindero".

Al respecto, comentó que "el atraso cambiario comenzó a erosionar nuestros ingresos. Los costos aumentaban semana a semana y las cuotas en dólares oficiales que cobramos por la venta de los buques alcanzaban  cada vez menos. Nos comenzamos a descapitalizar de una manera tan repentina, que tuvimos que dejar de reponer stocks de materiales para privilegiar el pago de salarios y cargas sociales".

En ese sentido, aseguró que "no es que hoy nos despertamos y encontramos esta realidad. Durante los últimos 2 años fuimos muy agradecidos con la políticas públicas que fomentaban a la Industria Naval, pero también alertamos que el atraso cambiario nos estaba generando serios problemas de competitividad y que si seguíamos así corríamos el riesgo de fundirnos trabajando en nuestro mejor momento. Los discursos de las últimas botaduras dan prueba de ello".

Finalmente, sentenció diciendo que "el atraso cambiario derivó en la crisis de reservas y la consecuente restricción a las importaciones. Esas restricciones no solo ponen en riesgo el equipamiento de los buques futuros y el cumplimiento de los contratos, lo más grave es que generó otro aumentó sideral de los costos, llegando a tener que pagar insumos importados 4 veces más caros que su valor internacional. Así tenemos que muchos de nuestros costos hoy están en dólares blue, pero nuestros ingresos siguen en dólares oficiales, por eso no nos cierra ningún número. En definitiva el dólar oficial dejó de ser una unidad de medida. Estamos acostumbrados a vivir en un contexto inflacionario, pero es imposible trabajar e invertir sin precios de referencia. Los últimos dos barcos que iniciamos se colocaron las quillas sin firmar contrato, a remito abierto. Algo totalmente ilógico para una actividad de largo plazo. Así no podemos seguir".

Y se preguntó: "¿Qué fue lo que hicimos tan mal como empresarios? Quizás tendríamos que haber cotizado con márgenes extraordinarios para compensar cualquier contingencia, tal como hacen mucho de los que venden sus productos en el mercado interno. O quizás deberíamos haber sido menos ambiciosos y no haber aumentado la producción, ni el empleo. Algunos simplifican el problema pensando que esto se soluciona trasladando todos los costos al cliente, pero somos conscientes que la demanda no es inelástica y que a los actuales valores muchos de los proyectos que tenemos en cartera se van a caer y por ende la renovación de la flota se va a ralentizar. Además dejamos de ser competitivos internacionalmente y si hoy se abriera la economía necesitaríamos la protección del Estado para subsistir, ya que nuestros costos son ahora mucho más altos que los de los astilleros extranjeros con los que antes competíamos. En definitiva nos convertiríamos en todo lo que no queríamos ser: una industria ineficiente y prebendaria. Lamentablemente, una mala macroeconomía hecha por tierra a la mejor política industrial. Y eso nos da mucha pena, porque realmente este gobierno ha hecho mucho y bien en materia de políticas activas para incentivar a nuestra industria naval".

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