Por Matías FratiArgentina08 de Noviembre
¿Vuelven las relaciones carnales de los noventa?
La victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos abre un nuevo tiempo para el mundo, en términos geopolíticos, y para la Argentina, también, en materia económica.
El alineamiento ideológico que siempre manifestó el presidente Javier Milei con el ex mandatario norteamericano -ahora electo- pone a la Argentina en una línea primordial en las relaciones entre ambos países.
Incluso hubo gestos de acompañamiento de Trump hacia Milei durante la campaña electoral en nuestro país y manifestaciones de halagos cruzados entre los dos, en oportunidades en las que coincidieron en espacios de lineamiento de centro derecha o liberales realizados en los últimos meses.
¿Vuelven las relaciones carnales, que en los noventa caracterizaron la presidencia de Carlos Menem y George Bush? Ese será un interrogante que iremos viendo con el paso del tiempo. Mientras tanto, lo más inmediato, es ver qué pasa con el dólar, por ejemplo, y con la economía norteamericana. Además, es importante conocer cuál será la política norteamericana con América Latina y que visión tendrá Trump sobre el nuevo contexto global, fundamentalmente con la situación de Ucrania y Rusia, en la que ya ha expresado desfavorablemente hacia el presidente ucraniano y que impacto tiene todo eso en términos de intercambio comercial. China, el otro gran signo de pregunta para la próxima etapa republicana en el país el norte.
Hacia nuestras cosas
Que haya ganado Trump implica, entre otras cosas, que el proteccionismo volverá a ser primordial en Estados Unidos. Es significa aranceles a la importación al nivel más alto posible, dentro del marco de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Sin embargo, para la Argentina no es algo determinante, toda vez que nuestra economía tiene intereses de exportación hacia aquel país, pero ni es el principal social comercial, ni tampoco son tan amplios los mercados que se desarrollan con Estados Unidos. Y para lo que es alimentos, que es una de las prioridades de Argentina, las barreras arancelarias son menos rígidas que las que podrían aplicarse a bienes industriales.
Con respecto al dólar, la moneda en cuestión se habla de una revalorización de la misma. Eso significaría una posición de debilidad para las monedas de los países emergentes y los países en menor desarrollo. Ergo, el peso volvería a empezar a perder contra el dólar.
Si esto es así, daría la impresión de que en perspectiva futura, hoy el dólar es un activo barato en nuestro país. Y que con el paso de los meses de la gestión republicana eso cambiaría. Por lo tanto, no habría que descartar un 2025 con un dólar más caro en términos relativos al que tenemos en la actualidad.
Además, se espera que haya una profundización de la política de defensa norteamericana, con la mirada puesta en lo que sucede en Asia. Ya sea por Corea del Norte o por China, países a los que la anterior gestión de Trump siempre tuvo en observación, se especula que Estados Unidos invertiría más recursos en esa área y eso provocaría una "militarización" mayor y por ende más gasto global en materia de armamentos y estrategias defensivas. Para el resto de los países, que tratan de recuperarse de la salida de la pandemia, este nuevo escenario podría derivar en un nuevo proceso de emisión monetaria y una leve suba de la inflación. Por ejemplo, en Europa.
¿Oportunidad RIGI?
No hay que descartar, tampoco, una mirada más profunda del futuro gobierno de Trump y las empresas norteamericanas al proceso de inversión que favorece el RIGI.
Qué la Argentina cuente, ahora, con este esquema sancionado por ley y se abra un panorama de buen entendimiento entre dos gobiernos que parecen que podrían alinearse, puede ser un coadyuvante oportuno para que empresas norteamericanas vean el potencial de inversión en nuestro país.
En ese sentido, la mayor virtud de la Argentina debería ser la de cautivar capitales que se muestren interesados por realizar obras de infraestructura. En nuestro país existe un gran atraso en la materia, ya sea en el área de las comunicaciones como en las telecomunicaciones. Y Estados Unidos cuenta con holdings empresariales que podrían interesarse en invertir, sabiendo que no tendrán problemas para la exteriorización de dividendos, una vez que decida hacerlo.
Definitivamente, a dos meses del traspaso electoral en el gigante norteamericano, parece haber más certezas hoy que hace cuatro años atrás, cuando Trump dejo la Casa Blanca. Por lo menos, en términos ideológicos, ambos gobiernos estarían más alineados que nunca.
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