Si la soja tuvo un tipo de cambio diferenciado y el vino lo va a tener, por qué otros sectores se quedarían callados y sin reclamar algo distinto para sus exportaciones.

Más o menos así funciona el pensamiento generalizado del empresariado argentino, y tiene mucho sentido. Porque lo que no hay que hacer es caer en distinciones de oportunidad. Como las que está impulsando el Gobierno: dólar soja, solar malbec, dolar tecno. Etc.

La macroeconomía está, claramente, desarticulada. Y debe entenderse por desarticulada la imposibilidad de funcionar y fuir de manera ágil. De hecho, los indicadores son evidentes y las acciones del Gobierno para morigerar los impactos del descalabro también.

¿Habrá culpas? Seguro. Pero más interesante que buscar culpables y escuchar miles de excusas resultaría conocer un plan de gestión que permita resolver estos desequilibrios.

La inflación elevada no lo permite, las tasas de créditos para el sector productivo tampoco, las dificultades para importar insumos son cada vez más recurrentes.

Con las riquezas naturales que tiene la Argentina como los minerales, el recurso ictícola, la generación de alimentos -todos bienes de consumo que el mundo demanda- y la capacidad cerebro intensivo de nuestros profesionales, ¿es lógico que el país atraviese por una situación como la actual?

Pensar en cómo se sale del atolladero no es simple. Pero alguien deberá asumir el costo de ponerse al frente de la crisis para resolverla.

Matías Frati – Director
ADNempresario