En el momento más crítico de la situación que derivó en el reclamo salarial de la policía de la Provincia de Buenos Aires, el Presidente Alberto Fernández decidió quitarle parte de la coparticipación federal a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires para trasladarla al gobierno bonaerense.

La situación policial fue la excusa para que el gobierno nacional ejecutara un plan que venía pergeñando desde comienzo de la gestión, allá por el mes de enero, que era reducir en recursos a la intendencia de Horacio Rodríguez Larreta. Los tiempos de la pandemia detuvieron aquella intentona de arrebato de fondos, que quedó supeditada a una mesa de negociación.

En verdad, si a CABA le quitan un punto de la coparticipación o no es algo que a Mar del Plata -donde estamos- como a cualquier otra ciudad del interior del país no le genera un efecto. Pero el problema son el fondo y las formas.

El fondo es claro: un territorio que aporta el 23% de la generación de recursos federales no puede recibir de coparticipación el 3,5% del volumen total. Por más solidario que sea el reparto, la inequidad es manifiesta.

La forma también es clara: no se debe tomar este tipo de decisiones con un año en curso, sin la posibilidad de diseñar un plan de contingencia para suplir esos recursos. Porque se puede prestar a pensar que solamente es una jugada política en perjuicio de quien la sufre.

Argentina necesita una dirigencia política a la altura de las circunstancias. Que respete las minorías y contenga a quienes piensan diferente. Porque esa es la base de la democracia. La avenida del medio, lejos de las posiciones "ultras" está quedando cada vez más angosta. Y cuando no haya avenida del medio, triste será el destino de los argentinos.

Matías Frati – Director
ADNEmpresario