No es sencillo analizar lo que puede ocurrir en el corto, mediano y largo plazo en materia política y económica en la Argentina, después de los resultados del 14 de noviembre en las elecciones legislativas.

Sí alcanza con definir que hubo un cambio de signo. Que la gente acompañó la propuesta de la oposición. Que no hubo demasiadas propuestas más que el sentido común. Trabajo y seguridad fueron los principales argumentos.

La economía tendrá un rol importante en el contexto social, desde ahora y por los próximos días. Con muchas de las variables desacopladas de la realidad, es casi un hecho que habrá correcciones en ese sentido.

El dólar oficial venía subiendo 1% por mes cuando la inflación aumentaba al 3%. Los combustibles están pisados desde mayo en un contexto de, por lo menos, 15% de inflación acumulada en contra, o más.

Solo esos dos elementos presionan a la toma de decisiones urgentes que deberá asumir el Presidente Alberto Fernández. La temida devaluación está a la puerta y golpeando. Y con ella el panorama se complejiza y agudiza.

La Argentina necesita esperanza. Pero también necesita sensatez para poder caminar hacia un futuro más promisorio.