Al 4 por ciento cerró la inflación en el mes de diciembre, tal como se esperaba en la mayoría de las consultoras privadas, confirmando el avance que en el último trimestre tuvo el índice de precios al consumidor.

El INDEC confirmó el dato, relevando -también- que para el año la medición completa fue del 36,1%. Es decir que, de punta a punta, la inflación de 2020 fue casi veinte puntos porcentuales inferior a la del 2019.

Puertas hacia afuera, el Gobierno mostrará este dato como un logro de la política económica. Sin embargo, hay caras largas hacia adentro. Saben que el número es muy alto, que hay un importante nivel de consumo retenido por efecto de la cuarentena, y que los aumentos de tarifas previstos para el 2021 podrían complicar el panorama, en un año electoral donde la pandemia se va a mantener en la campaña, indefectiblemente.

Para el año 2020 la medición completa fue del 36,1%.

El problema definitorio para estos tres meses son los alimentos. En términos generales, las proteínas animales duplicaron los porcentajes de aumento inflacionario. Y no parece haber tope en los precios de las carnes mientas haya mercado que lo convalide y una cadena de producción que fija precios distorsionados por la cuestión de las regulaciones.

Para la economía argentina el 2021 será otro año complicado. Con pandemia en curso, sin chances de grandes ayudas oficiales a los sectores que disminuyan su actividad, y una fuerte presión salarial retenida el año pasado por comprensión social de los gremios pero -ahora- inocultable ya por la necesidad de los trabajadores.