Primero la Cámara Textil de Mar del Plata y luego la Unión del Comercio, la Industria y la Producción (UCIP) se repitieron en el mismo mensaje: dicen haber trabajado con responsabilidad y que se les debe permitir el ingreso de público con intención de compra al local.

Durante la semana, los textiles le mandaron una nota al intendente Guillermo Montenegro pidiendo se exceptuados de la disposición que -como a otros sectores- les alcanza en la fase 3 epidemiológica, por la que sus clientes tienen que comprar desde la vereda.

Que la medida es antipática está más que claro. Pero que no se trata de un sistema de premios y castigos, debieran entenderlo también. Porque la decisión va más allá de haber cumplido o no los pasos anteriores y tiene que ver con la estrategia contra el avance y la diseminación del coronavirus a nivel local.

Desde que se presentara la nota no hubo respuesta concreta del municipio, lo que implica que tampoco la habrá a pocas horas que se redefina si Mar del Plata vuelve a la fase 4 o permanece en la que está.

Incluso, los sectores relacionados a la salud admiten que se debería cerrar más la actividad, limitando estrictamente a aquellos que tienen razón de ser por su esencialidad hacia el conjunto de la sociedad.