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Saturday, Agosto 02, 2025
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EconomíaArgentina19 de Agosto

¿Por qué los decks gastronómicos despiertan polémica?

Comerciantes de la zona de Güemes se cruzan por la validación de los espacios portables sobre las calles. Los defensores de los dispositivos se escudan en la generación de puestos de trabajo. Los detractores, dicen que pierden ventas.

 

Que existe una situación innovadora alrededor de la colocación de mesas y sillas sobre decks para el consumo en los establecimientos gastronómicos, no es nada nuevo. Pero que esto nació como una solución para sostener el empleo durante la pandemia, tampoco.

Se pensaba que una vez superada la situación podría retrotraerse todo al punto de inicio. Es decir, que las calles podrían recuperar los espacios ocupados por decks para que los autos volvieran a estacionar en paralelo al cordón de la vereda. Pero eso no ocurre. De hecho, se lo está por reglamentar para que permanezcan.

 

Polémica atendible

Los comerciantes frentistas se quejan por esta cuestión. Dicen que los decks obstaculizan la visión de sus vidrieras y que eso provoca menos ventas en sus negocios.

Los gastronómicos, a cambio, sostienen que la implementación de los decks generó que se contratase nuevo personal, y una quita de los mismos podría generar despidos en el sector.

En números, los gastronómicos afirman que hay 250 decks en la ciudad sobre una cantidad de entre 1.800 y 2.000 establecimientos del rubro.

Lo que no dicen es que la totalidad de los 250 decks están en las zonas más estratégicamente comerciales, como Güemes, Alem, Córdoba, el microcentro o San Juan, entre otras.

 

Derecho público

¿Dónde queda el derecho del resto de los vecinos que no son ni gastronómicos ni comerciantes? Por ejemplo, los frentistas que tienen como vecino a un local comercial que cuenta con un deck en la vereda.

Claramente hay una utilización del espacio público -que es de todos- generándose un beneficio de unos sobre otros. Podrá analizarse la legitimidad del caso y la conveniencia, pero también debe ser atendido un resarcimiento de quien usa el espacio público.

Por eso, el pago de tasa o canon se tiene que ajustar a la realidad. Debe contemplar que la comunidad, al perder parte de su derecho sobre el espacio público, está en condiciones de cobrar por ello, y ese coste debe ser ingresado a la comuna.

También hay que evaluar que ese pago tiene que ser caro. Sin más. No debe ser una dádiva, sino que se debe considerar al espacio público como un elemento fundamental para la proyección comercial y el flujo de negocio.

Porque avanzar sobre el espacio público no puede valer unos centavos, como ocurrió durante décadas con las playas. Por el contrario, tiene que ser un cargo importante, que justifique tal cesión de uso público y se ajuste a la realidad. Como cuando se alquila un local y se paga por la ubicación, sabiéndose suficientemente importante para atraer público.

Y si no, siempre está la opción de quitar ese decks sin que se genere un costo adicional al comercio por el pago de tasa de un servicio que no se va a utilizar. Simple y claro.

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