TurismoArgentina08 de Septiembre
Laguna La Zeta: un paraíso natural que se disfruta todo el año
En auto, un desvío de la Avenida Fontana hacia el oeste da inicio a una serie de curvas que desde el aire pueden reconocerse como “zetas” y que empiezan a marcar el camino de ripio para llegar a la Laguna La Zeta. En un principio, a los costados, el paisaje montañoso se presenta en todo su esplendor detrás de un valle agreste y árido. Poco a poco, los árboles laderos escoltan la traza conformando un túnel hasta que el paisaje boscoso de pinares toma preponderancia como una alfombra prolijamente pintada de verde intenso con técnicas de puntillismo. Minutos después, la Laguna se empieza a hacer visible como un gigante espejo brillante en el horizonte.
Abundante biodiversidad
La Zeta se encuentra a unos 200 metros de elevación de la ciudad, por lo que hay quienes la consideran una laguna de altura. Tiene origen glaciario y se halla al fondo de un valle suave e impresiona a primera vista su frondoso bosque de pinos, implantados hace décadas. Oficia de hábitat propicio para refugio y reproducción de flora y fauna. Cuenta con una variedad de 110 tipos de aves y 36 especies de mamíferos, reptiles, anfibios y peces. Además, al encontrarse en un ecotono, su vegetación alterna tipos propios del bosque y la estepa. Esta biodiversidad colabora con el mantenimiento del aire limpio, la depuración del agua y la prevención de inundaciones y otros fenómenos de impacto negativo con el ambiente.
La vegetación característica es arbustiva, con presencia de maitenes, lauras, ñires, chacay, mamuel choiques y neneos. Dentro de la Reserva, hay un sector conocido como “El Cipresal”, que en rigor es una mancha de ciprés de la cordillera que se mantiene saludable en un relicto que representa uno de los núcleos de conservación más importantes del lugar.
En lo que a fauna respecta, al igual que con las especies arbóreas, conviven aves propias de la estepa y del bosque andino. En “El Cipresal” hay un nido de águila mora que, entienden los especialistas, simboliza el estado de salud ecológica del ecosistema de la Reserva. Para prevenir posibles intervenciones dañinas, este nido es observado cada año por profesionales, quienes han dado cuenta de camadas de pichones que sobreviven y sostienen la especie.
En cuanto a los mamíferos, al tratarse de una reserva urbana, la cercanía de la ciudad lleva a que la diversidad de especies sea menor a la que podría advertirse en tierras más vírgenes y alejadas. Se pueden hallar zorros, zorrinos, piches (o quirquinchos), liebres europeas (especie exótica que ha sido introducida) y diversidad de cuises y tuco tucos.
Pulmón natural
La Reserva Natural Urbana Laguna La Zeta se halla en un notable estado de conservación ambiental y es de fácil acceso para la comunidad, los visitantes y los turistas, por su cercanía con el centro de Esquel y por tratarse de un espacio municipal, público y gratuito. Esto le imprime un insoslayable valor comunitario, por tratarse de un gigantesco reducto natural al que se puede acceder sin restricciones, lo que sugiere además un mayor grado de responsabilidad social en su preservación y cuidado.
Las tierras en las que se asienta la Reserva supieron ser propiedad del Ejército, al igual que muchas de las grandes extensiones de la Patagonia. Un siglo atrás también se asentaron pobladores rurales, camino al Alto Río Percy. De veinte años a esta parte, la ciudad creció notablemente y hacia 1994, surgió la primera propuesta de convertir formalmente a la Laguna La Zeta en un área recreativa, en virtud del uso que venía haciendo la comunidad.
Con el interés de preservar las condiciones ambientales, mantener el carácter público del espacio y promover el desarrollo sustentable de actividades, en 2013 y tras un arduo proceso participativo ciudadano de cuatro años; con foros y talleres, se puso en marcha un plan de manejo que reconoce a la Reserva Natural Urbana Laguna La Zeta como “un espacio de propiedad pública, valorado y utilizado por la comunidad de Esquel en forma sostenible, e integrado a la cuenca de la que forma parte”. Se dispuso el desarrollo armónico de actividades recreativas, económicas, educativas y de restauración ecológica. Concretamente, se le brindó un respaldo formal a un ámbito históricamente elegido por vecinos y visitantes, quienes a partir de allí lo empezaron a habitar, in crescendo, con mayor fluidez y conciencia de su importancia como pulmón natural.
Para todos los gustos
Año tras año, un número creciente de vecinos, turistas, deportistas y amantes de la naturaleza eligen la Laguna La Zeta. Para pasar el día y recorrer en toda su extensión el lugar, hay senderos vehiculares que ofician también de cortafuegos de las forestaciones. Es común que muchas familias arriben temprano en la mañana para compartir la jornada completa y retirarse cuando cae la tarde. En el imponente espejo de agua, se practica mucho kayak y ocasionalmente se ven veleros y gente practicando windsurf. Para preservar las riquezas naturales, no se permite el uso de vehículos de motor en la laguna.
La corta distancia con la ciudad permite que mucha gente arribe al lugar caminando, tomando alguno de los variados senderos que parten desde diversos barrios de Esquel. Toma aproximadamente una hora llegar. En el camino, desde lo alto de una loma que es preciso atravesar, el paisaje en 360 grados permite advertir la inmensidad de la cordillera, los singulares colores urbanos y el brillo incandescente de La Zeta. Tanto los vecinos como los turistas suelen aprovechar los miradores para dejarse atravesar por los paisajes majestuosos y registrarlos con sus cámaras fotográficas y sus teléfonos celulares.
Ya en la Reserva Natural, el senderismo es una opción ineludible. En una hora y media se puede rodear la Laguna, en un recorrido que abunda en postales inolvidables. Asimismo, otra de las opciones más escogidas es la de caminar el sendero interpretativo que une el balneario con “El Cipresal”. Y también seduce el observatorio de aves, desde el cual se alcanzan los más extraordinarios avistajes.
Recientemente, recorrió el mundo una postal de invierno de la Laguna La Zeta congelada y los cerros nevados en el fondo, durante un uno de los días más fríos en Esquel. Curiosamente, en verano, es común que las familias se convoquen en el balneario, para disfrutar de las playas, protegidos por guardavidas y abastecidos por paradores. El muelle con glorieta suele ser el marco en el que se eternizan las postales clásicas de quienes pasan por la Reserva Natural Laguna La Zeta.
Sin dudas, esta Reserva se ha convertido en uno de los atributos principales de Esquel para disfrutar todo el año. Sus cuidadas riquezas naturales, la provisión de servicios, la cercanía con la ciudad y las variadas posibilidades recreativas que permite, se vuelven una opción única para un turismo que elige cada vez más este tipo de ofertas que armonizan con la naturaleza.
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