En primer lugar, hay una frase que tenemos que saber. Mal de muchos, beneficios para todos. Es decir, casi todos están endeudados, en todos lados hay problemas. En consecuencia, hay una ventaja para nosotros: todos están dispuestos a negociar para cobrar. Por eso, si usted no tiene liquidez (efectivo), hay formas de financiarse para resistir la embestida.

Yo sugiero que no hay que pagar absolutamente nada que no sea prioridad. Por eso es clave que dé de baja los débitos automáticos innecesarios. Así evitará sobrefacturaciones o quedarse sin liquidez apenas cobra su sueldo. Una opción válida es pagar lo esencial, el alquiler, la luz y el gas, por más que por decreto estén suspendidos el desalojo y los cortes. En otro orden, hay que tener mucho cuidado con los bancos, porque cuando uno está en rojo, cortan la financiación con las tarjetas. Por eso, sugiero pagar el mínimo para seguir operando. Hoy en día no es un problema la tasa de interés, porque el Gobierno le puso un tope del 55% y no como el año pasado que en algunos bancos llegó a un 220% anual.

Endeudarse no siempre es malo, peor es pagar todo y quedarse sin dinero para comer. De hecho, la proyección positiva es que, en el mediano plazo, la inflación va a licuar todas esas deudas con la tarjeta de crédito porque son a tasa fija y en pesos, con lo cual, si la decisión es comer vs pagar deudas, por supuesto debemos tener nuestras necesidades básicas satisfechas. Por algo, más de 25 millones de personas usan habitualmente las tarjetas en nuestro país. En el caso de que tenga la fortuna de contar con ahorros, de ningún modo venda para pagar deudas. La idea es que usted aproveche la cuarentena para ordenar su economía. Que sepa cuánto debe y cuánto se endeuda todos los meses y que sepa a ciencia cierta por qué no le alcanza el dinero.

Suena fuerte que lo escriba de esta forma, pero si su situación es muy compleja desde lo económico, no use el poco dinero que tiene para pagar deudas. Espere a última instancia. Hay que resistir hasta que lo intimen. Dicho de una forma más elegante: esperar el límite de cada proceso de cobro. Además, por citar un ejemplo, las expensas tienen tasas de interés baja. Es bueno financiarse con eso. Y llegar luego a un acuerdo más favorable. Con ese dinero, se pueden pagar cosas de tasas de interés más altas. Además, las empresas tienen procesos de cobros, que empiezan con llamados, cartas... No tengamos miedo, cuando uno dice que no puede pagar, no puede.

Ahora bien, si los intereses lo están devorando, y está cerca del infierno económico, ponga paños fríos y no tome decisiones en caliente. La serenidad es sabia consejera. Aunque parezca una obviedad, recuerde que siempre, pero siempre es mejor pedirle prestado a la familia -unos dólares a la nona tal vez- y luego comprometerse a ir devolviendo, que caer en un prestamista de tasas usureras. La ventaja es que cuando usted logre levantar cabeza y reintegre ese dinero, irá entonces a la casa de su abuela a agradecerle ese salvataje financiero, comerán unos ricos ravioles, se fundirán en un emotivo abrazo. Y de yapa, no habrá pagado ningún interés.

Columnista Invitado - Edy Pascualini
Director de la consultora financiera Funny Money
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