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Por UE StudioEspaña28 de Diciembre

Las redes eléctricas, la transformación clave (y desconocida) para el futuro que nos espera

Como si de capilares se tratase, miles y miles de kilómetros de redes eléctricas nos permiten cada día, al despertarnos, llevar la vida que queremos llevar. No es posible concebir nuestra sociedad sin energía eléctrica. Por si fuera poco, en esta transición en la que nos encontramos hacia un futuro más sostenible, la electrificación juega un papel esencial, pues va a favorecer la reducción de emisiones y la descarbonización, lo que permitirá cumplir con los objetivos de reducción de emisiones del Acuerdo de París. En definitiva, el presente y el futuro energético pasa por las redes.

Las redes forman parte de nuestra vida, pues nos proporcionan un bien esencial como es la energía. Funcionan como una malla que permite su distribución de un punto a otro, desde donde se genera la electricidad hasta donde se consume. Desde su aparición, han contribuido a convertir la sociedad en lo que es hoy en día, permitiéndole una evolución constante. Y ahora, en una situación de transformación tan profunda, de nuevo están llamadas a ser un vector del cambio.

España es un país con ciertas particularidades en lo que a la red eléctrica se refiere. “Es particularmente mallada, bastante robusta y, en este sentido, está bien preparada para los retos que hay en el corto plazo”, explica José Manuel Revuelta, director general de Infraestructura y Redes de Endesa. Pero, aun así, hay que adaptarla debido a los cambios que se están produciendo. Un ejemplo es lo que ocurre con la penetración de las energías renovables, que es altísima en nuestro país y que requiere una transformación en la propia infraestructura de las redes.

“La red eléctrica española es particularmente mallada, bastante robusta y, en este sentido, está bien preparada para los retos que hay en el corto plazo”

Hay que quedarse con una palabra: electrificación. Se trata de un proceso imparable que está permitiendo dejar de usar combustibles fósiles contaminantes en determinados sectores, como el del automóvil, para hacer uso de la electricidad y así reducir las emisiones. En la lucha por un mundo más sostenible y respetuoso se trata de una cuestión fundamental, que va a permitir el avance hacia la descarbonización. En la pasada celebración de la COP26 en Glasgow, este fue, precisamente, uno de los puntos esenciales, con un llamamiento a reducir el uso del carbón y poner fin a los subsidios a los combustibles fósiles.

En esta descarbonización tan importante e ineludible las redes son fundamentales, así como su modernización, una prioridad estratégica. Para ello, la digitalización juega un papel fundamental: el despliegue de las redes de distribución inteligentes está revolucionando el panorama energético. A su vez, esto está permitiendo un cambio de paradigma en el que nuevos modelos de negocio posicionarán al cliente en el centro, dotándolo de nuevas herramientas para gestionar su consumo de energía. Es decir, que la gestión inteligente de la energía -como ocurre con las recargas de vehículos eléctricos, por ejemplo, o la gestión activa de las instalaciones de demanda- va a cambiar completamente nuestra forma de concebir el consumo de electricidad. Pero, para lograrlo, es imprescindible que las redes sean estructuras más resilientes, fiables y flexibles, para que contribuyan al crecimiento de la economía y a la creación de empleo de calidad.

Para José Manuel Revuelta, “si antes concebíamos las redes como un mero agente pasivo que se encargaba de traer la electricidad hasta nuestra casa, ahora van a adquirir un papel mucho más activo. Y eso requiere una transformación que produce importantes beneficios para la sociedad en su conjunto”.

 

¿Cómo afronta Endesa esta transformación?

Endesa tiene 315.000 kilómetros de líneas eléctricas en España, lo que equivale a dar ocho veces la vuelta a la circunferencia de la Tierra o a llegar, casi, hasta la luna. Por lo tanto, la gestión de las redes es “apasionante, pero también compleja”, admite Revuelta. Y tiene ante sí cuatro retos:

1- Redes más flexibles
Es necesario operar las redes de distribución de un modo más flexible, aprovechando los recursos energéticos distribuidos y en coordinación con los otros operadores de red, del mercado y del sistema eléctrico. Todo esto permitirá avanzar con más rapidez en la necesaria transición energética, mediante el aprovechamiento de la mejor tecnología disponible. Al mismo tiempo, una mayor flexibilidad en la operación de la red permite reducir costes para los usuarios finales y mejorar la calidad de servicio, que es un objetivo prioritario para los operadores de las redes de distribución.

2- Redes más participativas
Las redes de distribución se van a convertir en sistemas abiertos y flexibles en los que clientes, proveedores, agregadores y productores de energía, así como los nuevos actores, pueden operar y trabajar juntos para acelerar el proceso de transición energética.

3- Redes más resilientes
Más recursos energéticos distribuidos conectados a la red, más consumidores que inyectan energía renovable en la red y más coches eléctricos en las carreteras. Estas son solo algunas de las razones por las que es necesario desarrollar la infraestructura para adaptarse a un nuevo entorno operativo. La digitalización de las redes será fundamental para garantizar la fiabilidad, la calidad y la continuidad del servicio y permitir la gestión de nuevos sistemas de flexibilidad.

4- Redes más sostenibles
Endesa apuesta por la sostenibilidad en todo el proceso. Para ello, considera que es fundamental acelerar la penetración de las energías renovables, ampliar el acceso a la energía, aumentar la electrificación del consumo y apostar por la economía circular.

 

Un ejemplo de adaptación: el volcán de La Palma

El caso del volcán de La Palma ha sido paradigmático en muchos sentidos, pero especialmente en lo que se refiere a enfrentarse, a contrarreloj, a situaciones muy complejas, como mantener con electricidad a toda una isla con un volcán en erupción. Por muchas razones, como reconocen desde Endesa, ha resultado un aprendizaje.

“La Palma tiene un circuito que la rodea y dos líneas eléctricas en medio, porque las islas no suelen disponer de un sistema muy mallado y más cuando tienen amplias zonas de protección natural, como es este caso. La erupción se produjo en el vértice entre esas dos líneas que atraviesan la isla y parte de la costa”, señala Revuelta.

Al efecto destructivo de la lava sobre la red se ha sumado el fenómeno de las cenizas, que ha exigido una limpieza continua para mantener en funcionamiento las infraestructuras y la imposibilidad de acercarse a determinadas zonas por la expulsión de los gases del volcán. “Se trata de un momento en el que, además, el suministro eléctrico se vuelve todavía más esencial, pues existen desaladoras y bombas de riego que dependen él. Y todo con la logística de una isla y unas coladas cuya dirección se desconoce”, explica José Manuel Revuelta. Destaca que el despliegue de medios humanos y materiales ha permitido seguir manteniendo la energía eléctrica en medio de una situación muy complicada y pone la vista en el futuro. “Ahora toca reconstruir la red”, señala.

 

¿Y si ocurre el gran apagón?

Como reconoce José Manuel Revuelta, no existe base para creer que vaya a producirse un gran apagón, como auguran muchos. Explica que el sistema español es muy mallado y robusto y cuenta con una cierta autonomía respecto a otros países y un sistema gasista complementario, también, eficiente, que hacen casi imposible que se produzca algo así. Además, continuamente se están haciendo simulacros y existen mecanismos que darían el servicio necesario en el caso de que hubiera algún problema.

 

N de la R: Este es un material elaborado por por UE Studio para el área de márketing de la empresa Endesa y publicado en El Mundo (España).

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