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Por Juan Manuel GarzónArgentina04 de Diciembre

Agro, construcción y sustitución de importaciones empujan la actividad industrial, ¿será sostenible?

La industria es uno de los sectores que más ha contribuido en la recuperación de la economía este año, creciendo a tasas de dos dígitos y ubicándose en niveles de producción superiores a los que tenía previo a la llegada de la pandemia. Las estadísticas oficiales indican que en los primeros nueve meses la producción industrial creció 19,0% respecto del 2020, superando también en un 5,7% al nivel del mismo período de 2019. Otros indicadores de la situación de la industria elaborados por fuentes privadas coinciden en el buen año del sector.

En las 20 ramas industriales de mayor crecimiento respecto de la pre pandemia se encuentran representantes de:
a) actividades vinculadas al agro, caso de la maquinaria agrícola que lidera el ranking (+116%);
b) actividades vinculadas a la construcción, productos de arcilla y cerámica (+38%), pinturas (+13%), producción de vidrio y productos de vidrio (+16,7%);
c) actividades que producen bienes de consumo durable y semi-durable, que compiten con importaciones, caso de las industrias de informática, televisión y comunicaciones (+40,1%), del calzado y sus partes (+25,3%), de motocicletas (+33,7%).

Varios de los factores que estarían por detrás de la mejora de la industria se están diluyendo e incluso pueden revertirse en los próximos meses: las principales commodities agrícolas ya no tienen precios récords; la competitividad ganada por la devaluación 2018-2020 se está perdiendo (por importantes subas de precios en dólares de muchas manufacturas); las familias están volviendo a asignar recursos hacia actividades de recreación, gastronomía, encuentros sociales (servicios) a medida que retoman la normalidad, reduciendo el gasto adicional que venían realizando en determinados bienes (construcción, consumo durable y semi-durable); las restricciones de acceso de productos importados (por escasez de dólares u otros motivos), que pueden haber estado más acotadas a productos finales, o que pueden no haber afectado mucho los procesos de producción, están amenazando a los bienes intermedios, a los componentes y a los insumos de muchas ramas industriales.

A futuro el sector debe encontrar nuevos elementos que fortalezcan su competitividad y justifiquen procesos de inversión.

En todos los casos, especialmente en aquellas ramas que son muy dependientes del mercado interno, pero necesitan del mercado externo para desarrollarse, la competitividad debe ganarse en la arena de la mejora de productos (calidad, diseño, originalidad, prestaciones, etc.) y de las innovaciones en los procesos (en encontrar mejores formas de hacer las cosas al interior de las empresas y en los intercambios al interior de la cadena de valor).

 

Columnista Invitado - Juan Manuel Garzón
Especialista del IERAL – Fundación Mediterránea

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