Los transportistas escolares son uno de los eslabones débiles de la cadena que deja la pandemia, como saldo en la ciudad.

Por costumbre, muchas familias contrataban los servicios de estas personas para que llevaran a sus hijos a la escuela y los devolvieran a sus hogares, tras la jornada de aprendizaje.

Sin embargo, en el reinicio de las clases esta habitualidad se está viendo afectada por dos motivos: la desconfianza de las familias sobre la poca claridad que existe en materia de comportamiento del coronavirus; y la afectación económica que han sufrido muchos hogares durante el 2020. Incluso sobre esto último en muchos hogares existe incertidumbre sobre lo que ocurrirá con sus empleos, comercios y servicios profesionales durante el corriente.

Es grave, también, la situación de los transportistas: son 300 familias y desde marzo del año pasado solo han recibido ayuda de Desarrollo Social, que los asistió con la entrega de bolsones de comida ante la imposibilidad de poder realizar su trabajo con normalidad.